miércoles, 19 de noviembre de 2025

El mapa que aún nos falta

 Me topé con un proyecto que me dejó fascinado: The Nippon Foundation–GEBCO Seabed 2030. En un mundo donde podemos ver imágenes de galaxias a millones de años luz, aún no tenemos un mapa completo —y, por lo tanto, una comprensión completa— de nuestro propio planeta.

Este esfuerzo internacional busca cambiar eso. Su objetivo es claro y monumental: mapear el 100% del fondo oceánico del planeta para el año 2030, y hacerlo de forma abierta, colaborativa y accesible para todos.


En julio de 2020, compartí en este mismo blog una reflexión que surgía constantemente en mis eventos de divulgación. (Enlace) Muchos participantes se sorprendían al saber que teníamos mejores mapas de Marte o la Luna que de nuestros propios océanos. Y mi respuesta era siempre la misma: no se trata de falta de interés científico, sino de que gran parte de los datos submarinos están clasificados, protegidos por razones de defensa nacional y estrategia militar.

Yo solía decir que seguramente teníamos más y mejores mapas del fondo del mar, pero que el público no tenía acceso a ellos. Y ahora, con Seabed 2030, eso está empezando a cambiar.


Desde el punto de vista científico, este proyecto es una joya. El relieve del fondo marino influye en las corrientes oceánicas, en la biodiversidad, en la formación de tsunamis y en el clima global. Sin un mapa detallado, estamos navegando —literalmente— a ciegas en muchos aspectos.

En términos de seguridad, contar con mapas precisos es vital para la navegación, la instalación de cables submarinos, la exploración responsable de recursos y la respuesta ante desastres naturales.

Y desde el ángulo tecnológico, Seabed 2030 es un despliegue impresionante: sonares multihaz, vehículos autónomos submarinos, inteligencia artificial y plataformas colaborativas que integran datos de múltiples fuentes. Es ciencia de frontera, aplicada a un propósito profundamente humano: conocernos mejor.


Lo que más me inspira es que este proyecto no es solo para científicos o gobiernos. Cualquier persona o institución que tenga datos batimétricos puede contribuir. Es una invitación abierta a colaborar en un mapa que será patrimonio de la humanidad.

En un tiempo donde hablamos tanto de explorar otros mundos, Seabed 2030 nos recuerda que aún hay vastos territorios por descubrir aquí mismo, bajo las olas. Y que entenderlos es clave para protegerlos.


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